El impacto de cómo nos hablamos en nuestra autoestima y bienestar
Cuando nos dicen que tenemos que querernos más, una gran pregunta que surge es ¿y cómo lo hago? Pues bien, hay muchas cosas que podemos hacer, que implican grandes cambios en nuestra forma de amarnos. En este post vamos a tratar una de esas cosas, que inciden directamente en nuestra autoestima y nuestro estado emocional: cómo nos hablamos y qué nos decimos. Generalmente nos hablamos mal, nos tratamos con dureza, exigencia y mucha negatividad. La mayoría de nuestros pensamientos son negativos, recurrentes y giran en torno al pasado o al futuro. Y es importante tener en cuenta tanto la forma como el contenido. Y las mujeres, generalmente, lo hacemos con mayor frecuencia e intensidad. Además de los puntos comunes de los seres humanos sin distinción de género, las mujeres tenemos más condicionantes sociales, que nos empujan a tener una mayor exigencia con nosotras mismas. Sin ir más lejos, los cánones de belleza impuestos por la sociedad. Todavía no hemos conocido ninguna mujer que se sienta satisfecha del todo con su cuerpo. Si esto lo unimos con lo que se espera de nosotras (y somos las primeras en exigírnoslo), tenemos un cóctel explosivo. Pretendemos ser madres perfectas, compañeras perfectas, trabajadoras perfectas, amigas perfectas, tener un cuerpo perfecto, tener la casa impoluta, etc. Por suerte, la sociedad se está concienciando de que la responsabilidad de la mayoría de estas cosas debe ser compartida con nuestros compañeros o compañeras de viaje. Y que además no tenemos que ser perfectas.
…Inciden directamente en nuestra autoestima y nuestro estado emocional: cómo nos hablamos y qué nos decimos. Generalmente nos hablamos mal, nos tratamos con dureza, exigencia y mucha negatividad. La mayoría de nuestros pensamientos son negativos, recurrentes y giran en torno al pasado o al futuro. Y es importante tener en cuenta tanto la forma como el contenido
El contenido y la forma en la que nos hablamos, es uno de los componentes que trabajamos de manera recurrente en nuestra centro, porque es uno de los grandes automatismos que tenemos integrados y es necesario observarnos y tomar conciencia de ello, para una vez detectados, poder modificarlos. Según diversos estudios, tenemos unos 60.000 pensamientos diarios, de los cuales sólo son conscientes entre 3.000 y 5.000. La cita de Mario Alonso Puig es muy reveladora: “Si habláramos a los demás como nos hablamos a nosotros mismos, probablemente no tendríamos ni un amigo”. Y tiene mucha razón. La mayoría de las ocasiones, nos convertimos en maltratadores en lo que a uno mismo se refiere. Cuando cambiamos nuestra manera de hablarnos, y empezamos a ser más transigentes, tolerantes y amorosos con nosotros mismos, nuestra autoestima experimenta un gran cambio. Y no solo la autoestima, nuestro estado emocional también cambia, incluso nuestra programación neuronal, generando nuevas rutas neuronales y conexiones sinápticas. Y no queremos que te lo creas, sino que lo experimentes. Te invitamos a que hagas la prueba contigo mismo/a, y nos dejes tus comentarios. Vamos a dar alguna pauta para poder cambiar nuestra manera de hablarnos.
La mayoría de las ocasiones, nos convertimos en maltratadores en lo que a uno mismo se refiere. Cuando cambiamos nuestra manera de hablarnos, y empezamos a ser más transigentes, tolerantes y amorosos con nosotros mismos, nuestra autoestima experimenta un gran cambio.
Como acabamos de decir, el proceso para generar el cambiosería el siguiente:
1) Observar nuestros pensamientos: qué nos decimos
2) Tomar conciencia de cómo nos lo decimos
3) Cambiar el tono, el uso de los imperativos y el contenido de los mensajes o pensamientos.
Para poder llevar a cabo el primer punto; observar nuestros pensamientos: qué nos decimos, piensa en algo que te ayude a observarte, a estar más atento a lo que te dices. Quizás una libreta para apuntar esos pensamientos te ayuda a llevar un mayor control o registro de ellos. Haz la prueba de estar pendiente de lo que piensas durante la primera hora desde que te despiertas por la mañana. Solo la primera. Es posible que te lleves una gran sorpresa… Muchas veces no hemos salido aún de casa y ya estamos de mal humor. Esos días en los que dices “me he levantado con el pie izquierdo”, pues es probable que no se trate del pie con el que te has levantado, sino de lo que te has dicho a ti mismo/a desde que te has despertado. A lo mejor te has levantado con un “uffffff, todavía martes” “no me apetece ir a trabajar” “otra vez a aguantar a mi jefe” y un largo etc. Y cuando has ido al baño y te has mirado al espejo, a lo mejor has pensado “que mala cara tengo” “hoy se me notan más las ojeras”, “he vuelto a engordar”, “vaya celulitis” y lindezas semejantes… ¡Pues bien, la buena noticia es que sólo depende de ti cambiar esto! No es sencillo, porque funcionamos como verdaderos autómatas con los pensamientos, pero se pueden cambiar.
En segundo lugar, tomar conciencia de cómo nos lo decimos.No es lo mismo decirte a ti mismo: “¡Levántate que ya llegas tarde!” con tono exigente y expresado en forma de orden, que “venga, si te levantas ya, te da tiempo a desayunar tranquilamente”. La exigencia en un caso y la amorosidad en el otro, hacen que la misma situación la vivamos de manera completamente diferente.
Por último, cambiar el mensaje. Si cuando nos miramos en el espejo, en vez de decirnos que hemos engordado, o tenemos mala cara, nos damos los buenos días y nos decimos algo bonito (incluso aunque al principio nos resulte falso decirlo), es probable que también nuestro día cambie.
Os proponemos empezar con esa primera hora por la mañana, para observar, tomar conciencia y después cambiar los mensajes. La idea es ir ampliando este estado de atención, y llevarlo a cabo el resto del día, para integrar, cada uno a su ritmo, ese cambio de pensamiento y de uso del lenguaje en nuestra vida.
De verdad, no nos creas. Dúdalo y experiméntalo por ti mismo/a. Te lo agradecerás, y mucho…
Almudena Campo & Vanessa Bertomeu
DP Tejiendo Redes